Mayca
Coello exige a la Consejería de Educación que aborde la situación del colegio
de Candelaria como una prioridad
Sí
se puede denuncia que comienza un nuevo curso y el CEIP de Punta Larga (Candelaria)
sigue usando contenedores prefabricados como aulas. Cada día, de nuevo, desde
hace diez años, niños y niñas reciben clases en estas instalaciones, que no
reúnen las condiciones óptimas para garantizar el proceso educativo.
El
comité local de la organización ecosocialista en Candelaria recuerda que en
2006 se inauguraron las aulas para Educación Infantil en el citado colegio. “Se
supone que constituían un avance del nuevo centro educativo, que iba a resolver
los problemas de masificación del actual”, asegura la portavoz del grupo
municipal de Sí se puede en Candelaria, Mayca Coello.
Coello
señala que ya en 2011 Sí se puede denunció la colocación de los primeros
contenedores prefabricados en el CEIP Punta Larga, con un uso que justificaron para
resolver la falta de espacio. “Estos barracones se han cambiado de sitio, pero
siguen empleándose en este nuevo año escolar. Al menos los niños y niñas de tres
cursos tienen que soportar año tras año las precarias condiciones de estas
instalaciones”, asegura la concejala.
Sí
se puede recuerda que en los últimos años se han buscado soluciones para “la
desbordante demanda educativa”. Así, se convirtió la anterior biblioteca en
aula, lo que obligó a reubicar este servicio al lado de la cancha deportiva, y
se ha construido en espacios residuales para obtener nuevos espacios, lo que no
ha evitado tener que seguir usando aulas prefabricadas. Sin embargo, “no es de
recibo seguir con parches que no resuelven y que agravan la densificación del centro
ni se puede soportar la continuidad de instalaciones precarias y desiguales”,
apunta la portavoz.
Se
trata de “lograr que la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias garantice
prioritariamente la puesta en marcha de acciones que signifiquen la definitiva
solución del problema”, exige Coello. El colegio de Punta Larga requiere,
además, nuevas dependencias de comedor, porque el reducido espacio obliga a hacer
varios turnos de comida. Así se provoca “un aprendizaje de hábitos inadecuados
para el alumnado, como comer a la carrera porque llega el siguiente turno, o
una espera excesiva para los niños y las niñas que comen en último lugar”.
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